¿Cuánto le cuesta a la economía, al planeta y a las personas los recursos que perdemos en la ciudad y a los que no podemos darles una segunda vida?
Esta y otras muchas preguntas son las que han motivado la reflexión global sobre la necesidad de cambiar el modelo lineal de “producir, usar y tirar”, por una economía circular donde se pongan en marcha todos los mecanismos posibles para que el concepto de residuo pierda su significado.
Y es que los datos hablan fuerte y claro: la cantidad de materias primas extraídas, cosechadas y consumidas en todo el mundo ha aumentado un 60% desde 1980 [1], poniendo en riesgo de escasez muchos elementos esenciales[2] y dando lugar a una generación de residuos sin precedentes que anegan los compartimentos ambientales.
Los residuos, ese invento del ser humano que pone al límite las dinámicas ambientales, podrían aumentar en un 70% de aquí al 2050 [3] si seguimos sin tomar conciencia del verdadero valor que tienen las cosas.
La buena noticia es la movilización global de la que estamos siendo testigos para hacer la transición hacia un modelo más eficiente y respetuoso con la naturaleza y poder desvincular el crecimiento económico del impacto en el medio ambiente. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en Acuerdo de París o el reciente Pacto Verde Europeo lanzado por la Comisión Europea, son grandes ejemplos que guían el camino que gobiernos, empresas y sociedad debemos recorrer para asegurar un desarrollo sostenible.
La última cumbre del clima, la COP 25 celebrada en Madrid, ha sido el espacio elegido para la presentación del último informe de la Fundación Ellen McArthur, en el que se vincula el concepto de economía circular y cambio climático[4]. Según el informe, la transición energética puede combatir el 55% de las emisiones globales asociadas al consumo de energía y el transporte; el 45% de las emisiones restantes están directamente vinculadas con la producción y uso de bienes y con el uso de la tierra, que sólo podrán reducirse con la transición hacia un modelo de economía circular.
Y en este contexto, Foundspot, la plataforma para recuperar y devolver objetos perdidos, ha venido para quedarse y para contribuir con el nuevo paradigma de que el mejor residuo es el que no se genera y para darle una segunda vida a las (preciadas) cosas que olvidamos.
Se estima que se extravían más de 300 millones de objetos cada año, de las cuales apenas se recuperan un 20%. Durante 2018, Foundspot ayudó a sus clientes a mejorar la tasa de devolución entre un 71% y 330%, devolviendo a sus propios clientes objetos perdidos por valor de casi un millón de euros.
Más allá del coste económico que tienen los objetos a los que no se le puede dar una segunda vida, es necesario verlos como recursos naturales perdidos (algunos ya escasos en la naturaleza). Esta realidad ha hecho surgir el concepto de minería urbana, que hace referencia a la visión de la ciudad como una mina de recursos naturales que tenemos, y debemos, de rescatar para reducir la presión sobre el medio ambiente.
Esta realidad es especialmente interesante con los aparatos electrónicos (uno de los objetos que más perdemos), que tiene materiales como oro, plata, cobre, platino y paladio, entre otros. Según el World Economic Forum [5], hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de mineral de oro, realidad que hace que los vertederos y los hogares sean depósitos de materiales valiosos. Y parece que no sólo los hogares o los vertederos son espacios ricos en estos materiales, sino también hoteles, medios de transporte y aeropuertos, lugares donde olvidamos nuestros aparatos electrónicos, según Foundspot.
Como todos en algún momento hemos perdido la atención, y con ella algunos de nuestros objetos más preciados, es otra buena noticia saber que alguien ha pensado cómo poder acercarnos otra vez a ellos, contribuyendo con una triple cuenta de impacto positivo para nuestro bolsillo, para el planeta y para nosotros mismos.
¡Gracias Foundspot!
[1] Material Resources, Productivity And The Environment: Key Findings. OCDE
[2] Green Chemistry Centre of Excellence, Department of Chemistry, University of York
[3] What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050. World Bank (2015)
[4] Completing the picture. How the circular economy tackles climate change. Ellen McArthur Foundation (2919)
[5] A New Circular Vision for Electronics Time for a Global Reboot. WEF
Sobre Elena Ruiz (autora):
Licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Castilla La Mancha, doctora en contaminación inorgánica de suelos por la misma Universidad y Máster en Sostenibilidad y RSE por la Universidad Oberta de Catalunya, Elena cuenta con más de 10 años de experiencia acompañando a sector público y sector privado en el avance hacia un desarrollo sostenible en España y América Latina a través de actividades de investigación, consultoría y acciones de liderazgo.
Además de liderar el Grupo de Acción de Economía Circular de Forética, entre sus experiencias más relevantes, destacar el diseño del Plan de Responsabilidad Social del Instituto de Ciberseguridad Español (INCIBE), el diseño de la política de RSE de Costa Rica, el Plan de Responsabilidad Público-Privada y Derechos Humanos de Panamá o el apoyo técnico a la iniciativa del Banco Inter-Americano de Desarrollo #SinDesperdicio